La sal es un ingrediente que, en exceso, no debería formar parte de la dieta de los perros. De hecho, se le atribuye tanto riesgo que ya ni se aconseja para la inducción del vómito en esta especie, como se venía haciendo hasta ahora. Pero, ¿sabes por qué no deberías darle nunca sal a tu perro? Te lo explicamos a continuación.
¿Pueden los perros comer sal?
La sal que utilizamos habitualmente para condimentar la comida que preparamos para nosotros también es un componente esencial en la dieta de los perros. Resulta imprescindible para el correcto funcionamiento de su organismo, regula la presión arterial, interviene en la transmisión de impulsos nerviosos o mantiene el equilibrio electrolítico del cuerpo. El problema está cuando se produce un consumo excesivo.
Una dosis demasiado alta la convierte en potencialmente venenosa, pero una dosis normal también puede ser peligrosa si el perro no tiene la posibilidad de beber el agua que necesita. El exceso de sal se conoce con el nombre de hipernatremia. Los alimentos formulados para perros tienen la cantidad de sal que ellos necesitan y pueden asimilar cada día.
Pero cuando les ofrecemos comidas o aperitivos preparados para humanos, como palomitas o patatas fritas, corremos el riesgo de que la cantidad de sal esté por encima de la que necesita un perro, provocándole problemas de salud, incluso graves o fatales. De hecho, el consumo excesivo de sal tampoco se recomienda para las personas y su abuso se relaciona con problemas de hipertensión. Esto es lo que explica por qué no deberías darle nunca sal a tu perro.
Intoxicación por sal en perros
Un consumo excesivo de sal resulta perjudicial para los perros y puede provocarles signos clínicos de gravedad. Esto deja claro por qué no deberías darle nunca sal a tu perro. Se considera que la sal es capaz de provocar una intoxicación de moderada a severa. La dosis tóxica de sal para los perros es de 2,2 gramos por cada kg de peso corporal.
Esto quiere decir que un perro de 10 kg se intoxicará si tiene acceso a 22 gramos de sal. Uno de 20 necesitará el doble, es decir, unos 44 gramos. La sintomatología habitual que mostrará el perro intoxicado debe hacernos acudir de inmediato al veterinario, ya que su vida estará en riesgo y será necesario iniciar un tratamiento. Por suerte, no es una intoxicación que se produzca de forma habitual. Los signos clínicos esperables son los siguientes:
- Vómitos y diarreas.
- Incremento del ritmo cardiaco y respiratorio.
- Letargo.
- Debilidad.
- Anorexia, es decir, pérdida del apetito.
- Aumento en la ingesta de agua y, en consecuencia, en la eliminación de orina.
- Deshidratación.
- Temblores y convulsiones.
- Fiebre.
- Ceguera.
- En los casos más graves el perro puede entrar en coma y fallecer.
¿Qué hago si mi perro se intoxica con sal?
Ya sabes por qué no deberías darle nunca sal a tu perro, pero si ha habido un accidente o sospechas que ha ingerido demasiada sal, acude al veterinario. Desde el consumo hasta la aparición de los signos clínicos pueden pasar varias horas. En cualquier caso, el tratamiento debe iniciarse lo antes posible.
Este incluye la administración de fluidos por vía intravenosa en pequeñas cantidades y con frecuencia. También pueden necesitarse fármacos para controlar la sintomatología que presente el animal. Aun así, el pronóstico es reservado.
Cómo evitar intoxicaciones por sal en perros
Explicado por qué no deberías darle nunca sal a tu perro parece evidente que la mejor forma de prevenir que sufra una intoxicación es dejando la sal fuera de su alcance, así como alimentos muy salados, y no darle comida con sal hecha o comprada para nosotros. No añadas sal a los alimentos que vayas a preparar o compartir con tu perro. A él no le importa que la comida esté sosa.
La sal se añade a un montón de productos, incluso algunos que no esperaríamos. Por eso hay que leer bien la etiqueta antes de compartir cualquier alimento con nuestro perro. La sal también se llama cloruro de sodio o cloruro sódico. Puede estar también en plastilinas o en enemas con el nombre de fosfato sódico. Por supuesto, no dejes que tu perro beba agua salada, como puede ser la del mar.
Tampoco puede lamer la sal que se utiliza en ocasiones para prevenir que se forme hielo en las calles y que puede llevar a casa en las patas. Además, esta sal del suelo puede dañarles las almohadillas. El resultado de estas ingestas podría ser una grave intoxicación. Por otra parte, el control de la sal es especialmente importante para los perros con problemas de corazón o de riñón, que deberán consumir una dieta específica, baja en sal.